Engranajes de sangre, un libro de Nicolas Correa


Los cuentos reunidos en este libro indagan en universos cercanos, sin héroes ni épica, con mujeres y hombres (a veces, niños) que se hunden, se chocan, se pelean con su destino. Algunos escapan, otros son devorados sin piedad.
Hechos triviales se presentan como las pistas de tragedias al acecho. En unos relatos, la desgracia se desencadena a partir de un episodio externo, pero, en la mayoría de los casos, el principal escollo es un miedo íntimo que no se puede cuantificar.
En “El machete”, por ejemplo, un pequeño se pregunta qué hacer cuando no hay Tablas de Moisés, ni jueces ni tratados internacionales que eviten que los hombres malos violen a su madre y a sus hermanas.
La relación de dos hermanos —uno de ellos retrasado mental— es el germen de “Una tarde más”, donde las horas se alargan inexorablemente, como en los cuentos de Horacio Quiroga, y un gato blanco tiene la cola demasiado larga.
En “Un beso en la frente”, un maestro rural, en algún paraje perdido de la mano de Dios, masajea la espalda de una hermosa alumna, mientras le explica los misterios del castellano con la frase: “Las niñas usan polleras muy cortas”.
La deuda de un abuelo interrumpe en la vida cotidiana en “Disparos en el agua” y parece que la salida es encontrar la alianza secreta entre un banquito, una soga y una viga, o, bien, irse a dormir y esperar a que el vendaval amaine.
En “Engranajes de sangre” la tragedia es vivir. Dominga, viuda y madre de cuatro hijos, sólo puede recibir la caridad de su hermano que ha ganado en el juego y sabe que el verdadero rostro de la ley es el dinero.
Lo paradójico es la clave de “Un día cansador”: una buena noticia ayuda a una joven esposa a seguir adelante y, a su vez, la conduce hacia un abismo que todos ven, menos ella.
“El viento empujando” es la minuciosa descripción de un soldado que espera que algo lo salve de una realidad más indigna que los peores días en la trinchera, donde comían carne humana y “les cortaban los pies a los que morían congelados para sacarles los zapatos”.
No hay andanzas ni proezas de superdotados en estos episodios. Hay historias grises de seres que deben enfrentar lo que les tocó en suerte. Toman mate amargo, caminan por calles de tierra, soportan la lluvia, tienen celos, miran con desdén el porvenir.
Cambian los escenarios, las circunstancias y los detalles, pero los protagonistas son siempre víctimas de un desasosiego que los seduce a la peor de las fugas, la imposible, la que termina con un fracaso: la huida de ellos mismos. Una vana ilusión que, sugiere el autor, escondemos todos y que es el centro de esta obra.

José Maria Marcos


consiga este libro en: engranajesdesangre@gmail.com / www.engranajesdesangre.blogspot.com

2 comentarios:

CRUCE dijo...

Este libro la rompe, loco. Los felicito por editarlo...

Saludos al autor y a la gente de la editorial...

Barriga Negra dijo...

¡Qué interesante! Dan ganas de leer el libro.